El reciente
incremento de las tasas municipales en General Deheza ha generado un profundo
malestar entre los contribuyentes. Aquellos ciudadanos que decidieron abonar
sus tasas de manera anual, confiando en obtener un beneficio del 10% de
descuento antes del 31 de diciembre de 2024, se enfrentaron a una dura sorpresa
al descubrir aumentos que en algunos casos superan el 300%. Este panorama
plantea una pregunta fundamental: ¿qué pasó entre la promesa y la realidad?
En el ámbito
fiscal, el principio que rige el cobro de tasas es claro: “la obligación de
pago se origina en la prestación estatal de un bien, obra o servicio que
beneficia de manera concreta al contribuyente”. Sin embargo, este principio
parece haberse desdibujado ante el desmesurado aumento aprobado en el
presupuesto y tarifaria 2025, que incluyó incrementos del 60% en la tasa de
vivienda y del 100% en agua durante su debate en el Concejo Deliberante. Ahora,
con un impacto real mucho más elevado, la pregunta no es solo qué se aprobó,
sino cómo se tradujo en una carga fiscal tan abrumadora.
Falta de
transparencia y previsibilidad
El problema
no radica únicamente en el aumento en sí, sino en la falta de claridad y
transparencia sobre las decisiones que llevaron a estos niveles extremos.
Durante el debate en el Concejo Deliberante, el bloque oficialista y HUxC
dieron su voto positivo a un esquema que, aunque elevado, parecía moderado en
comparación con lo que los contribuyentes están viendo en sus boletas. Esta
desconexión entre lo legislado y lo aplicado sugiere una grave falla en la
comunicación o en la ejecución del presupuesto aprobado.
El peso de
la inflación y la gestión local
En un
contexto inflacionario como el que vive Argentina, es entendible que las
municipalidades deban ajustar sus ingresos para garantizar la prestación de
servicios. Sin embargo, los aumentos deben guardar proporción con la realidad
económica y, sobre todo, con la capacidad contributiva de los ciudadanos.
Elevar tasas en más del 300% sin un plan claro de compensaciones o mejoras
visibles en los servicios resulta insostenible y agrava la desconfianza en la
gestión local.
Una
oportunidad perdida para la participación ciudadana
Este caso
también evidencia la necesidad de un mayor involucramiento de los vecinos en
las decisiones fiscales. Si bien el Concejo Deliberante es el ámbito formal
para debatir y aprobar estas medidas, la participación ciudadana efectiva
podría haber evitado un escenario de sorpresa y malestar generalizado.
Consultas populares o instancias de audiencias públicas podrían haber sido
herramientas valiosas para legitimar cualquier ajuste.
Este caso no
solo es un llamado de atención para las autoridades locales, sino también para
los ciudadanos, que deben exigir una rendición de cuentas clara y una gestión
más comprometida con sus realidades y necesidades.